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La Tradición y la Biblia

LA TRADICIÓN Y LA BIBLIA

En este artículo vamos a explicar la relación entre la Biblia y la Tradición, y que papel tiene cada uno en la Revelación de Dios. Al basarse este blog en argumentos bíblicos y tradicionales éste artículo reviste especial importancia.

BÁSICO

Lo primero es explicar qué es la Revelación: Se trata de la Buena Noticia, el Evangelio, o la Palabra de Dios. Y no es más - ni menos - que el mensaje de Cristo, que viniendo a nuestro mundo y haciéndose hombre nos trae un mensaje de salvación. Ese mensaje es confiado a la Iglesia para su custodia, conservación y propagación por el mundo. Esta buena noticia se recibía y conservaba de manera oral, y es llamada Tradición.

La Iglesia, en su afán por anunciar el Evangelio al mundo compila la Biblia, un conjunto de libros escritos entre el 900 aC y el 100 dC, que comprende tanto los libros de la tradición judía cómo los escritos de los primeros cristianos (Cuatro evangelios, los hechos de los apóstoles y las cartas). La Iglesia, considerando que la Biblia contenía las verdades de la Revelación y no tenía error, la declaró infalible y la adquirió como el principal medio de difusión de la Revelación, que ahora se encontraba expresada de dos maneras en la Iglesia: oral y escrita.

Resumiendo: La Iglesia, garante del mensaje de Cristo (conocido cómo el depósito de la Fe o el Magisterio de la Iglesia), lo conserva y propaga de dos formas distintas: oral (Tradición) y escrita (Biblia). Siendo la forma oral la primera y sobre al que se basa la escrita. Ni la Biblia ni la Tradición se contradicen entre si, y las dos juntas contienen el mensaje completo de Cristo, estando ambas bajo la autoridad de la Iglesia, quien las interpreta, pero no puede cambiarlas.

INTERMEDIO

Lo primero es constatar una obviedad necesaria: Cristo no escribió nada, todo su mensaje fue transmitido de manera oral, y en el mismo sentido se expresaba cuando ordenaba predicar el Evangelio. Fueron sus discípulos quienes llevaron a cabo ese trabajo de recopilación. 

Los primeros cristianos usaban de la Tradición oral para predicar la Buena Noticia. San Pablo viajó por todo el Mediterraneo predicando de esta forma y estableciendo comunidades de creyentes, sus cartas son un complemento a su labor, una forma de llegar a aquellos que estaban demasiado lejos. 

Distintos son los casos de los cuatro evangelistas. San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan decidieron dejar constancia escrita de la vida y prédica de Cristo, los cuatro señalan de manera distinta, según a quién se dirijan, un mismo acontecimiento (Mateo, que escribía para judíos, se centraba en el cumplimiento de las profecías y comparaba a Jesús con otros patriarcas Hebreos. Marcos, que era Romano, iba directamente a los hechos). Los Evangelios fueron escritos entre el 40 y el 110 d. C.

Ni las cartas ni los evangelios fueron escritos pensando en una futura compilación en un súper libro, esa compilación no se llevó a cabo hasta el Concilio de Hipona, en el año 393 d.C. y el de Cartago, en el año 397 y 419 d.C. Antes de ese tiempo la Buena Noticia era enseñada y conservada de manera eminentemente oral, a pesar de lo cual muchas iglesias locales conservaban cartas y distintos evangelios para su lectura pública frente a los fieles, y precisamente así fue cómo se llegó a la compilación de los libros de la Biblia: La Iglesia, reunida en concilio junto con el papa a su cabeza y con la autoridad que Cristo le confirió decidió, tomando estos tres criterios, elegir ciertos libros como divinamente inspirados y adecuados para ser compilados, junto con las antiguas escrituras hebreas, en el libro sagrado de los cristianos: la Biblia. Estos son los tres criterios:

1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.


De esta forma fueron eliminados escritos considerados cómo inspirados (véase el evangelio de Tomás o el de Pedro) y aceptados otros que se ponían en duda, cómo el Evangelio de San Juan o el Apocalípsis.

Este canon fue repetido en las cartas del Papa San Inocencio I (405 d. C.) y confirmados por los concilios de Florencia (1442) y Trento (1545-1563).


Es, por tanto, en este punto, donde llegamos a una verdad que la Iglesia católica considera indispensable: es la Iglesia quién da autenticidad a la Biblia, y no al revés, puesto que fue ella quien la compiló y la elevó al estátus de Sagradas Escrituras.


¿Y cómo es que la Iglesia poseé la autoridad para hacer semejante cosa? Porque Cristo mismo se la dió ¿Y cómo podemos saber que Cristo mismo delegó ese poder en la Iglesia? Por dos medios: El testimonio de Cristo (conocido a través de la propia Biblia y de la Tradición) y los testimonios históricos (mantenida ininterrumpidamente gracias a la sucesión apostólica).


AVANZADO

El testimonio Bíblico

Basándonos en la necesidad de que la Biblia y la Tradición no pueden contradecirse entre si, pues ambas se complementan en la transmisión del mensaje de Cristo, podemos inferir de la Biblia, aunque sea de manera implícita, la necesidad de la Iglesia cómo institución garante de la Buena Noticia.

Encontramos, en primer lugar, que los doce apóstoles discípulos de Cristo son nombrados siempre como una institución (a lo largo de los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles), con Pedro siempre a la cabeza de las listas, mostrando que además de institución tenían una jerarquía [Ver artículo sobre la Autoridad Pontificia]. Así mismo, de no haberse tratado de una institución y no de un grupo de elegidos por Jesús no habría sido necesario sustituir a Judas, ya muerto, por Matías ( - Hch 1:15-26 - ) [Ver artículo sobre la Institución de la Iglesia, de próxima publicación].

Así mismo Cristo se aseguró que la Iglesia no fallase nunca en su misión de preservar la Buena Noticia, enviando al Espíritu Santo para velar por la Verdad en su seno:[Ver artículo sobre la Infalibilidad Pontificia]

La Tradición de la Iglesia y los testimonios bíblicos


Ambos son estudiados conjuntamente, pues la Tradición de la Iglesia primitiva se conoce principalmente por los documentos históricos de los apóstoles, obispos y sus sucesores. Aun así podemos encontrar ésta Tradición en la Biblia:


"Yo mismo recibí esta tradición que, a su vez, les he transmitido" - 1 Cor 11:23 -

Como se ve San Pablo habla de tradiciones transmitidas por él, es decir, prédica oral. Así mismo vemos que en Juan se dice:

"Otras muchas cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que en el mundo entero no cabrían los libros que podrían escribirse." - Jn 21:25 - 


Aquí Juan afirma que no todo lo que hizo Jesús está contenido en soporte escrito alguno, dejando únicamente la Tradición oral como alternativa y complemento.

Ya en la Tradición la Iglesia sigue mostrándose como una institución fundada por Cristo, aquí vemos al tercer obispo de Antioquía utilizar por primera vez el término "católica" referido a la Iglesia, aunque sin hacer un uso explícito de Iglesia como institución.



"Donde esté el obispo, esté la muchedumbre, así como donde esté Jesucristo esté la Iglesia Católica" 
- San Ignacio de Antioquía, Año 110 d.C. Carta a los Esmirniotas 8:2 -.

Las citas patrísticas al respecto pueden encontrarse en éste enlace, donde se examina a los Santos Padres de la Iglesia (de los primeros siglos) y su plena aceptación de la primaciá de Pedro, asunción que implica ya una institucionalización de la misma.

Un saludo en el Corazón de Cristo

Fëanar